Para muchas, ir al médico les hace perder mucho tiempo, que no les sobra debido a su doble rol de trabajadoras y madres. Aunque se ha avanzado en el cuidado ginecológico, pocas controlan su salud.
Si bien los últimos años se ha avanzado mucho en cuanto a la toma de conciencia sobre la necesidad de que las mujeres realicen anualmente un control ginecológico, lo cierto es que en general muchas postergan el cuidado de su salud. Las causas son de diferente índole, sin embargo las responsabilidades del trabajo y los hijos son las que tienen más peso.
Salir de casa temprano, llevar los chicos al colegio, dejar la comida hecha, ir al trabajo, al salir realizar las tareas con los chicos y acompañarlos en sus actividades, hacerse cargo de la casa... son sólo alguna de las actividades que una mujer promedio con familia realiza a diario.
La agenda no deja mucho margen y la visita al médico se posterga, no así la de los hijos.
“Sí, lo postergo por varias razones”, asegura Gabriela Herrera (38), quien es profesional. “La obra social y los médicos te hacen perder mucho tiempo y para mí es escaso porque trabajo y soy madre de una bebé. No puedo pedir permiso o ausentarme de mi casa 4 horas para ir al médico”, argumenta. De todas formas, aclara: “Postergo lo que se puede y no me afecta tanto, como por ejemplo una tendinitis”.
Para Patricia Caballero, promotora de salud, “las exigencias laborales actuales de muchas mujeres no les dejan espacio para ocuparse de sí mismas. A esto se suma que la mayoría tiene hijos por lo cual ellas pasan a un tercer plano”. Agrega que además muchas siguen estudiando: “La exigencia del mundo actual ha afectado incluso el tiempo libre y las mujeres sin hijos trabajan más. Quienes disponen de él, si tienen hijos primero deciden aprovecharlo con ellos”.
Diferentes realidades
Este panorama plagado de responsabilidades es el que vive gran parte de las mujeres, aunque se teñirá de matices según el nivel socioeconómico. Éste determinará los recursos a los que se tenga acceso mediando la manera en que se distribuyen las cargas: podrán pagar a alguien que se haga cargo de las actividades domésticas o tener electrodomésticos que las alivianen.
En este sentido, Caballero señala que quienes tienen bajos recursos son las más afectadas, pero entre quienes están en mejor posición económica posiblemente las demandas propias de tal situación impliquen mayor dedicación al trabajo para mantener el nivel de vida.
La mujer de clase media, eterna luchadora, está cada vez más inserta laboralmente, aspecto fundamental para mantener ciertas comodidades aunque no cuenta con los recursos que le hagan más sencillas las responsabilidades.
Por otra parte, estas exigencias importantes -en algunos casos demasiadas- además repercuten en su salud, generándose una especie de círculo vicioso. “Al final piensan que son una máquina todos los días -subraya la promotora de salud-. Si bien pueden cumplir expectativas de vida implica un gran desgaste físico, psíquico y económico porque hoy cualquier cosa que se realice es dinero; hay que estar a la altura de las circunstancias, por ejemplo tener un determinado teléfono o ropa para cambiarse”.
Así, ocurre que no realizan chequeos preventivos o, ni aún enfermas, concretan la consulta médica porque inmersas en una vorágine cotidiana no se dan cuenta de que su salud es más importante.
A las personas que trabajan sin estar registradas les resulta más difícil pedir unas horas o el día para ir al médico. Mientras más bajos sean sus recursos más vulnerables serán, porque sus bolsillos no admiten que les descuenten la ausencia si viven al día.
Corazón descuidado
Las enfermedades cardiovasculares son la principal amenaza para estas mujeres. Históricamente éstas se han considerado propias de los hombres; pero esto ha cambiado los últimos años para posicionarlas prácticamente en el mismo lugar. Sin embargo, ellas no han acusado recibo. De hecho, son la principal causa de muerte para ambos sexos y a nivel mundial las responsables del 40% de los decesos.
“Se hacen los controles ginecológicos pero no los cardiovasculares, fundamentalmente porque no saben que deben hacérselos”, explica el cardiólogo Daniel Giménez, quien para generar conciencia entre pacientes y médicos todos los años organiza un simposio sobre el tema. Por eso, en este aspecto consideró que el factor cultural es el de mayor peso.
Señaló que cualquier médico de atención primaria puede hacer una revisión de los factores de riesgo como sobrepeso, hipertensión o diabetes; lo fundamental es el control de la presión arterial y un análisis de sangre completo.
De todas formas, no descartó la influencia de aspectos socioeconómicos, porque estas enfermedades afectan más a los grupos carenciados, entre quienes tienen mayor prevalencia y consecuencias.
El dentista es un ejemplo de la falta de prevención: la mayoría de la gente responderá que no realiza un control anual de su boca.
Gustavo Tanús, jefe de Programas Preventivos del Ministerio de Salud, señaló como una pata floja los chequeos para prevenir el cáncer de mama.
Aunque reconoció que existen barreras de accesibilidad vinculadas a factores económicos, dijo que desde el programa se trabaja en mejorar el acceso para lo cual se ha adquirido un mamógrafo móvil. “En cuanto al cáncer de mama, que se dé un turno con demora no es un problema porque no es una urgencia, no impacta en la salud ni en el diagnóstico”.
Via losandes.com.ar
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