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miércoles, febrero 26, 2014
Cuando mamá no da más
El síndrome de agotamiento extremo o burnout no es exclusivo del mundo laboral. Las madres, trabajen dentro del hogar o fuera de él, son susceptibles a padecerlo. Aquí, cómo prevenirlo y tratarlo
Está cansada pero el día recién empieza. De solo pensar en la lista de tareas cotidianas le provoca volver a la cama o peor aún, salir corriendo: preparar el desayuno, vestir a los niños, dejarlos en el colegio, hacer el almuerzo, buscar a sus hijos, darles la comida, dormirlos para la siesta, llevarlos a las actividades extracurriculares, cocinar la cena, bañar a los pequeños, acostarlos, compartir con la pareja. Mamá está irritable, no tiene ánimos, le duele la cabeza, el cuerpo y siente que su situación no tiene remedio. Padece lo que se conoce como síndrome de la madre agotada.
Comúnmente asociado al estrés laboral, lo cierto es que el agotamiento extremo o burnout (en inglés, quemado) también pueden padecerlo las mamás, sean amas de casa o trabajen en una oficina; de hecho, muchas veces aquellas que están dedicadas exclusivamente a las tareas del hogar y al cuidado de los niños son más susceptibles a experimentarlo, pues su vida social es más limitada.
La psicóloga Violaine Guéritault, autora del libro El cansancio emocional y físico de las madres, explora el burnout materno tras haberlo vivido y establece algunos de los generadores de estrés más frecuentes: repetición constante de las mismas tareas (limpiar, recoger, cambiar pañales); la certeza de que hay situaciones que escapan a su control como enfermedades o accidentes; el carácter imprevisible de los niños, que hace que por más planificación siempre haya contratiempos; la falta de recompensa y fijarse metas que no son realistas.
"Es una condición en la cual las exigencias del entorno superan la capacidad de adaptación o respuesta de un individuo", señala Inés Tondreau, psicóloga infanto-juvenil especialista en asesoría parental. Todo el sistema de alerta está agotado y se presentan síntomas como apatía, falta de energía, pérdida o aumento del apetito, pérdida o aumento del sueño y sensación de agotamiento perenne. "Se parece mucho a la depresión, pero está relacionado con el rol como trabajadora en el hogar", añade.
Esfuerzo físico y emocional
Karelia Espinoza, madre de dos niños, sabe qué es el síndrome de agotamiento extremo porque lo ha vivido. "Cuando el bebé tenía ocho meses me derrumbé, no podía más, me fui a casa de mi suegra por ayuda". Colapsó. Encargarse de las tareas del hogar, un recién nacido y su trabajo en una agencia de publicidad terminaron por ganarle la batalla a su salud emocional.
Al contrario del burnout laboral, que puede erradicarse recortando horas en la jornada o, en el peor de los casos, cambiando de trabajo, el síndrome de agotamiento materno es más complicado de manejar porque, sencillamente, no puede eliminarse la causa. Como muy bien explica Espinoza: "No hay nadie que me releve, como mamá uno no puede dejar a los niños".
Alicia Núñez, psicólogo clínico y psicoterapeuta especializada en terapia de familia y psicología femenina, explica que, los primeros años, la maternidad implica un proceso de adaptación que puede ser más o menos difícil, lo que depende de la ayuda con la que se cuente.
Las madres, añade la experta, no solo deben enfrentarse a los trasnochos, a imprevistos como enfermedades, sino que también tienen la "difícil" tarea de contener a los niños emocionalmente. "Ellos suelen pedir: 'mamá hazme esto', 'mamá hazme lo otro', 'mamá me siento mal'. Esa continua demanda de necesidades físicas y emocionales hace que esté agotada".
El panorama, dice Núñez, se agrava, pues las madres suelen sentir vergüenza o culpa de reconocer que están exhaustas, molestas o que desearían hacer algo más con sus vidas. "La maternidad con frecuencia es idealizada y las madres no se permiten estar cansadas".
En busca de una salida
Según Tondreau, la forma más efectiva de evitar o contrarrestar el síndrome de agotamiento materno es "entendiendo que nadie es supermujer". "Hay que establecer rutinas claras, aprender a priorizar y no dudar en pedir ayuda", añade la experta.
Precisamente eso fue lo que hizo Espinoza luego de que su agotamiento extremo deviniera en depresión. Como la limpieza y el orden eran importantes para ella, buscó una persona que la ayudara con las labores del hogar. Además tomó otra decisión: dejó de adelantar trabajo por las noches y comenzó a dormir más horas.
Tal como dice Núñez, una vez que se determina que la madre padece de síndrome de agotamiento o burnout es indispensable hacer modificaciones en la dinámica familiar. "La madre va necesitar un tiempo de reposo y, en algunos casos, hasta ayuda terapéutica y medicamentos. Igualmente, deberá, aprender a hacer pausas, tomar tiempo para ella y no acumular cansancio".
Via estampas.com
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