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Salud y bienestar para las mujeres

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viernes, julio 15, 2016

Los cincuenta, una edad estupenda en la mujer

Lejos de traumatizarnos por cumplir años, los cincuenta deben ser esa edad a la que disfrutar de la madurez y de la compañía de los que nos rodean

Nuestra sociedad, amante siempre de las etiquetas y los estereotipos, suele hablar muy a menudo de la temida crisis de los cuarenta y la compleja llegada de los cincuenta en la mujer.

Ahí donde debe afrontar y reformular muchos aspectos como, por ejemplo, el inicio de la menopausia.

Ahora bien, algo que deberíamos dejar claro desde el principio es que toda edad es fabulosa siempre y cuando nuestra actitud sea fuerte, valiente y entusiasta.

Los cincuenta son una edad estupenda donde ocurren muchos acontecimientos.

Por ello, y aunque nos parezca irónico, muchas mujeres lo ven como la adolescencia de la edad madura, ahí donde formar parte de una montaña rusa de cambios hormonales y personales que se viven, eso sí, ya con el cinturón puesto, la mente clara y el corazón lleno de ilusiones.

Los 50 no son los nuevos 25: son cincuenta y se llevan con orgullo

“Los cuarenta son los nuevos 20 y los cincuenta los 25”. Esta es otra de esas frases hechas que oímos a menudo y que, en cierto modo, tienden a traer algún que otro equívoco.

    Los cincuenta no son ni serán nunca los 25, porque la mujer se siente bien por todo lo vivido y aprendido. No necesita ni desea aparentar estar en la veintena, porque está dotada de la armadura de la experiencia.

Son un contrincante muy duro y muy hermoso, y se sienten bien por lo que son.

    Otro aspecto que hay que tener en cuenta es que, cuando se llega a esta edad, la auténtica felicidad se halla con la aceptación.

Nos cuidaremos, nos arreglaremos y atenderemos para seguir luciendo atractivas, pero la mujer en los cincuenta no tienen la necesidad de aparentar veinte años.

En caso de desearlo y buscarlo es una fuente extrema de sufrimiento.

Los cincuenta y la casa de “los horrores hormonales”

Karen Glaser, socióloga de la Universidad del King’s College de Londres (Reino Unido), nos explica en sus trabajos que, en la actualidad, se está dando un fenómeno cada vez más común.

    Las mujeres tienen sus hijos a edades cada vez más tardías. Así, es muy frecuente que, cuando se llegue a los 50, estos estén llegando a la adolescencia.
    Al proceso de la menopausia, con todos sus cambios, malestares, sofocos, insomnio y cambios de humor, se le añade también la interacción con ese hijo adolescente, en un mismo caos hormonal.

El esfuerzo, las dinámicas por armonizar estas realidades supone muchas veces experiencias que son dignas de incluir en un libro.

A pesar de que cada mujer vivirá de un modo esa etapa, afrontar la década de los 50 no es siempre un camino de rosas.

Nos podemos ver estupendas, pero la bajada de estrógenos está ahí. Aparece la flacidez, la falta de elasticidad en la piel, la caída del cabello, el cansancio

Es una dura lucha que vivir y que afrontar día a día.

Por ello, los cincuenta no son los nuevos 25, porque muchas mujeres deben seguir batallando con esos hijos no emancipados, atendiéndolos y, a su vez, atendiéndose a ellas mismas.
A los cincuenta se apagan las dudas en nuestra cabeza y aparecen las certezas

Hay muchas mujeres que llegada la década de los 50 emprenden un viaje personal tan complejo como decisivo: los divorcios.

    Emprender una nueva etapa en soledad o en compañía de los hijos es algo que se ve mucho en las últimas décadas. Es una realidad muy compleja porque no siempre se disponen de los suficientes medios económicos pero, aún así, se logra.

    En esta edad ya no hay dudas, sino claras certezas de lo que una es, lo que una desea y lo que una merece. La coraza de la experiencia de la que hablábamos al principio es lo que propicia, por fin, el que se perciban a sí mismas como más seguras.

    Es el momento de confiar en su intuición, de emprender nuevos proyectos personales que pueden o no salir bien, pero que siempre se llevan cabo con convicción de que se van a lograr.

A esta edad se vive una reevaluación de las propias prioridades.

Hacía unas décadas lo primero era la pareja y los hijos pero, llegada la década de los 50, se abre un espacio importante para una misma.

Todo empieza a reequilibrarse en nuestra mente y, por fin, florece con mayor fortaleza la autoestima y todos esos sueños que nos faltan por alcanzar.


Ahora bien, aunque te veas a ti misma como a esa “fruta madura” ligeramente magullada por los bordes debido a malas experiencias, nunca olvides que el sabor siempre es mucho más dulce y placentero que el de la “fruta verde”.

Sea cual sea tu edad, no olvides nunca que el mejor momento para todo siempre es “ahora”.

Por ello, no dejes de cuidarte, de atenderte, de luchar por tus sueños y necesidades mientras ofreces felicidad y, a su vez, la recibes de aquellos que están a tu alrededor.


Via mejorconsalud.com
Etiquetas: La psicología

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